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Arquitectos: Navello Klotzman arquitectas
- Área: 255 m²
- Año: 2018
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Fotografías:Gustavo Frittegotto
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La Casa MJ156 se ubica en un solar en esquina dentro de un loteo suburbano privado. Esta condición dada, un territorio tipificado, de una urbanidad diferente en los términos tradicionales, es siempre un desafío, una oportunidad para la reflexión a través de un proyecto concreto.
Debido a los retiros reglamentarios que lo afectan, el lote resulta de una proporción muy alargada en sentido norte-sur, Ya ubicados sobre él, mirando desde el fondo sur hacia la calle, lo que impacta es una sensación de distancia, de lejanía, a pesar del entorno construido. Es posible tener una mirada larga del lugar, y esta observación primaria condiciona una decisión de proyecto fundamental: mantener esa dimensión del paisaje.
La masa edilicia se estira, entonces, sobre el lateral largo, y conforma a su vez el límite entre la calle y el patio propiamente dicho, controlando la orientación oeste.
La expresión formal de la casa surge de un proceso de socavado sobre un volumen imaginario mayor y la adición de otros volúmenes menores, con intención de equilibrar la imagen de casa extendida. La utilización de un único material en todas las superficies exteriores (muros, pisos, cielorrasos), el ladrillo, refuerza esta idea de piedra geométricamente horadada. El ladrillo le aporta unidad, color, textura, homogeneidad a la distancia y un buen comportamiento en el tiempo. La solidez de la imagen final, apoya la relación con la orientación oeste y el control de la privacidad respecto del entorno. Mientras que al este y al norte, busca una relación más franca con el paisaje propio, pero trabajando cada punto de transición interior-exterior como un tema en sí mismo.
Al aproximarse a la esquina, la casa se hace más liviana, se va desmaterializando, contrario a la lógica de construcción de la ochava. La esquina se define como un vacío que destaca este momento del proyecto, con recursos mínimos.
Es una casa para observar mientras se camina. Acompaña el recorrido peatonal tanto desde la calle como desde el interior del terreno, terreno que no ha perdido ni un metro de su largo inicial, de esa posibilidad de ver a lo lejos, de mantener la distancia, de controlar la relación con los vecinos, de aprovechar al máximo el verde, motivo principal de atracción para elegir estos lugares para vivir.
Hay una lectura lineal que persiste, pero, una vez en el interior, en el desarrollo de los movimientos cotidianos, aparece la mirada oblicua, que permite hasta tres visuales simultáneas, tres escalas de paisaje, tres orientaciones, tres tipos de luz. O tener, como final de cada recorrido lineal interior, un remate visual verde. Estar en el interior de la vivienda, es vivir también el espacio exterior, el verde deseado, controlado por la arquitectura, que pasa de la mirada extendida, a la mirada del detalle, a la situación particular, acotada por cada decisión proyectual: una ventana, un cielorraso de ladrillo que entra, un cambio de escala oportuno.
La expresión de volúmenes que se alternan con una lógica derivada de lo programático, pero también de lo simbólico, traen a este entorno de construcciones exentas, de individualidades fuertes, algo de urbanidad. Una urbanidad mínima, de pueblo tal vez. El ingreso principal a través de un patio semipúblico a modo de “jardín del frente”, el ingreso de servicio pensado como un espacio de “porche”, y una galería en el patio con proporciones y tratamiento de gran “alero”, hablan de ese espíritu. Dentro de esta línea discursiva, la esquina es el baldío, pero en términos de valor urbano como espacio disponible.
La casa es simple, amable, mesurada en sus requerimientos y dimensiones, como la manera de habitarla de sus dueños. Es un gesto mínimo, que está allí para intentar poner en valor algo mucho más grande: el paisaje que la contiene, caracterizado por la distancia y la línea omnipresente del horizonte.